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Que te alabe el extraño, y no tu propia boca;
el ajeno y no tus propios labios.
Pesada es la piedra;
también la arena pesa.
Pero el enojo del insensato es más pesado que ambas.
Cruel es la ira e impetuoso el furor; pero, ¿quién podrá mantenerse en pie delante de los celos?

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